“Cuando los militares tienen mucho poder, las cosas no terminan bien”

El encargado de las comunicaciones de la Conferencia Episcopal Venezolana, Pedro Pablo Aguilar, asegura que la Iglesia está del lado de los venezolanos que están padeciendo.

-A través de la mediación de los expresidentes de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y de Panamá, Martín Torrijos, la oposición y el chavismo convinieron la presencia de un representante del Vaticano en un eventual diálogo entre las partes. ¿Ya se están haciendo esas gestiones? ¿Qué estatus tienen?

-Diferentes actores de la sociedad han manifestado el deseo de que la Iglesia participe en el diálogo; y se ha hablado del Vaticano. Lo cierto es que no tenemos información alguna de si se están haciendo gestiones: a la Conferencia Episcopal Venezolana no ha llegado ninguna invitación formal, y no conocemos de esas peticiones al Vaticano. El episcopado venezolano está dispuesto a servir al diálogo. Esto no significa que tengamos la solución a lo que pasa, pero podemos mediar entre las partes para que ese encuentro nos lleve a la paz, al bien común.

-Fuentes de un lado y del otro sostienen, de forma extraoficial, la hipótesis según la cual el papel del Vaticano está siendo crucial para el diálogo, y que esas negociaciones se están produciendo, pero bajo cuerda. Ha habido movimientos que generan curiosidad: en mayo pasado el Canciller del Vaticano, Paul Richard Gallagher, tenía prevista una visita al país que si bien no tenía fines diplomáticos, era –como aseguró el exnuncio Apostólico en Venezuela, Pietro Parolin- una oportunidad para el diálogo; sin embargo, su llegada se canceló.

-Como lo afirmó la Nunciatura Apostólica, la visita no se produjo por razones ajenas a su conocimiento. La razón principal de su visita era su asistencia a una ordenación, y eso se había anunciado desde mucho antes. Quizá consideraron que no era pertinente que viniera. Pero no sabemos las razones por las cuales no pudo ingresar al país.

-En medio de la crisis, la Iglesia ha mantenido una postura crítica y frontal ante el Gobierno. La última exhortación, del 12 de julio pasado, va en ese sentido. Entre otros puntos, se manifiesta a favor del referendo revocatorio. Siendo las cosas así, ¿Hasta qué punto puede ser la Iglesia un intermediador válido para el acuerdo entre ambas partes? ¿No es un actor parcializado?

-El papel de la Iglesia es ser una voz profética, es decir, denunciar lo que está mal y estar a favor del pueblo, que tiene carencias y dificultades. Por eso criticamos lo que está pasando, vemos que hay muchos venezolanos padeciendo. No podemos hacernos oídos sordos de esta situación porque está en peligro la dignidad del pueblo. No es una parcialidad. Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, lo dijo: “No somos ni oficialistas ni opositores. Somos profetas de la esperanza, de Cristo”. Indistintamente de quién esté en el Gobierno, siempre la Iglesia lo ha hecho. De producirse la mesa de diálogo, la función de la Iglesia sería velar porque se realice para el bien común de los venezolanos y no de intereses particulares. De lo contrario no se llegaría a la paz.

-En el documento también se cuestiona el avance del poderío militar dentro de las instituciones del Estado. ¿Qué riesgos advierten en el hecho de que los militares controlen, por ejemplo, la distribución de alimentos?

-No hay otra respuesta que esta: está demostrado históricamente que en una democracia cuando los militares tienen mucho poder, las cosas no terminan bien. Pienso que cada quien debe estar en el lugar que le corresponde, haciendo lo que le corresponde. No conocemos las razones por las cuales se les ha dado tanto poder a los militares, pero la Iglesia no lo ve con buenos ojos porque pone en peligro la democracia.

-Sobre el caso de los seminaristas de Mérida, que fueron desnudados y golpeados hace un par de semanas, ¿se han adelantado investigaciones? ¿Qué estatus tienen?

-Fue un hecho conocido nacional e internacionalmente. Se hizo la denuncia por parte de los agraviados y no sabemos cómo va el proceso, estamos esperando respuestas. Entiendo que hay cosas que dentro de las investigaciones judiciales es mejor no adelantar. Pero sabemos cuál fue la no respuesta que dieron las autoridades ante esta situación, vieron este hecho como muy por debajo de la mesa.

-En todo caso, muchos sectores de la sociedad sienten sed de justicia y la violencia se desborda. Que los linchamientos sean cada vez más frecuentes puede ser un indicador. Además, el hambre se hace cada vez más presente, y los saqueos, práctica que estaba en desuso en el país, comienzan a hacerse común. Todo esto puede ser muestra de desesperación en medio de la crisis institucional y económica. ¿Cómo sobrellevar este panorama de precariedad desde la misericordia que tanto se ha proclamado durante el último año? ¿Acaso es posible mantener la calma?

-La Iglesia siempre ha estado de lado del pobre. A pesar de que no contamos con los recursos para ayudar a todos los que quisiéramos, siempre hacemos lo que podemos a través de instituciones como Cáritas: hemos hecho ollas solidarias donde todo el mundo puede comer. Son cosas que se hacen cada vez más difíciles, pero que no dejamos de hacer, porque conocemos las necesidades. El mensaje de la Iglesia es de esperanza, de que la situación va a cambiar. Y con cambio no estamos diciendo que se vaya el Gobierno, sino que se hagan las cosas en beneficio del pueblo. Las dificultades siempre pueden desesperanzar, pero al final de la oscuridad siempre está la luz de Dios. Mencionabas la insistencia de la Iglesia en el referendo revocatorio, y es porque se trata de un mecanismo constitucional y no vemos cuáles son los motivos por los cuales no puede realizarse este año. No se está pidiendo algo que no esté en la carta magna.

-Si no se realiza el referendo revocatorio, ni el diálogo, ¿hacia dónde cree que avanza el país?

-Hacia un caos mucho mayor. La gente está desesperada porque no encuentra medicinas ni alimentos. ¿Cuántas personas han muerto por falta de medicinas? Esa es una realidad que no se puede ocultar. Por eso la Iglesia ha hecho un llamado a que el Consejo Nacional Electoral no ponga más trabas y se realice el referendo; a que se liberen los presos políticos o que sean juzgados en libertad; a que se permita la entrada de medicinas y alimentos a distintas instituciones de la Iglesia, como Cáritas; y a que se abra definitivamente la frontera.

-El sacerdote Bruno Renaud, que durante años ha llevado un trabajo de acompañamiento a personas desfavorecidas en zonas populares como Petare, ha dicho que la Iglesia no ha hecho más que criticar a la revolución aunque, en su opinión, hay mucho que agradecerle. ¿Qué tendría la Iglesia que celebrarle al chavismo? ¿Cómo este proceso, cuyo fundamento era la igualdad social, devino en esto?

-No se puede hacer el bien pisoteando al otro. En estos años se ha acentuado un lenguaje bélico, de enfrentamiento. No va en consonancia con el mensaje de paz, solidaridad, igualdad y amor. Si la revolución tiene cosas buenas, yo particularmente no las conozco. Creo que hay que partir de que el bien se debe hacer a todos sin egoísmo. Se ha hablado de inclusión, pero si no estás identificado con ellos, entonces te excluyen. Venezuela es de todos los venezolanos. Si alguien está en una posición de poder es para servir a todos. Todos deberíamos tener acceso a los beneficios que la nación puede brindarnos como Estado.

De perfil

El curriculo de Pedro Pablo Aguilar va en dos sentidos. Como Comunicador Social –título que obtuvo en la Pontificia Universitá della Santa Croce en Roma-, ha sido es profesor de periodismo y redacción en la Universidad Católica Santa Rosa, ha conducido diversos programas de radio y ha sido comentarista. Además es sacerdote: se ha desempeñado como Párroco y Administrador de varias parroquias. Y se mueve en un territorio en el que hay un poco de ambos campos: Aguilar se ha especializado en Pastoral para Medios de Comunicación y es el director del Departamento de Medios de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) desde 2014.

Fuente: El Tiempo